Dirección y guión: Michael Henry
País: Australia
Año: 2010
Duración: 89 min.
Elenco: Damian de Montemas, Sophie Lowe, Kestie Morassi, Simon Stone, Mark Leonard Winter
La búsqueda del film, explicó su productor, no fue reproducir una típica historia australiana con todos los clichés y las fórmulas que el país oceánico viene repitiendo hasta el artazgo: el cazador de cocodrilos, la fauna característica, el desierto gigantezco y sus confines, en otros. El objetivo sin duda fue contar una historia dramática cuyo escenario y vivencias fueran universales y plausibles de ser pensadas en cualquier sitio.
Es así como esta película recoge la historia de un profesor de música reservado que se ve atacado por un grupo de jovenes en su casa. El trasfondo de ese ataque compone la arteria vital de este relato y develar más detalles del mismo sería arruinar un clima interesante creado en base al suspenso y lo no dicho. Las verdades van saliendo a la luz bestialmente y cada dato que se va aportando, va develando realidades oscuras e impensadas.
Tópicos universales del drama como el deseo, la venganza, los celos, el poder, se conjugan y entrelazan constatemente en este largometraje. También, el arrepentimiento y la culpa ocupan un lugar predominante en las acciones de sus personajes, lo cual les permite ir desmembrando sus fantasmas e ir conjugando un nuevo escenario.
Interesante ha sido la elección del escenario: una casa espaciosa en una zona boscosa, donde el día soleado invade con sus rayos todos los ambientes y no preveen la hecatombe que va a ocurrir.
No hay una búsqueda ambiciosa ni una llanura creativa total, lo cual aportan un equilibrio interesante a esta fábula pocas veces vista en el cine australiano. Una película con vetas comerciales lo cual nos permite pensar en un estreno comercial en el futuro o, por lo menos, una distribución en DVD. Veremos, veremos...
LD