Imagen en movimiento

Ricciotto Canudo postuló el cine como el séptimo arte considerando que de esta manera nacía el arte total, la plástica en movimiento, el alma de la modernidad y que reunía y conciliaba en su lenguaje y expresión la dimensión plástica de la pintura, la arquitectura y la escultura y la dimensión rítmica de la danza, la música y la poesía. Otros más tarde, cuando ya había cumplido sus primeros 100 años de vida, sencillamente dijeron que era luz. Nuestro universo esta constituido en gran parte por él y nos resulta una herramienta fundamental en la comunicación e incluso una forma de conocimiento. Por esto y por mucho más el cine (Kina) es, fue y será una pasión que nos construye en muchos aspectos día a día y esta pasión es la que nos reúne en este espacio de crítica y análisis.



Un monstruo grande que pisa fuerte

Burried
Director: Rodrigo Cortés
País: España/USA
Año: 2010
Elenco: Ryan Reynolds



A primera vista parecería difícil que con pocos elementos estructurales se pueda hacer un film tan atrapante y con conciencia política. Un cajón de madera, un irreconocible y brillante Ryan Reynolds, un celular, una linterna casi sin pilas y no mucho más hacen de esta película del español Rodrigo Cortés una genialidad.

El argumento es simple, pero efectivo: un camionero estadounidense Paul (Ryan Reynolds) es interceptado y atacado por un grupo de terroristas en Irak, mientras trabajaba allí repartiendo insumos, después del ataque se despierta dentro de un cajón, solo rodeado por los elementos antes descriptos.

El fuera de campo (aquello que no vemos en cuadro) juega durante todo el film un papel fundamental, es la clave para que el film salga a flote con pocos elementos y una única locación como escenario general. El celular sin dudas es un eje fundamental para traernos mediante la voz en off, a excepción de alguna escasa imagen, todo ese mundo exterior al cajón.

El espectador de por sí, desde el primer momento también está dentro del cajón, desde los primeros segundos del film con pantalla en negro, se oyen gritos, golpes y pedidos de socorro. En ningún momento durante los 95 minutos de película saldremos (los espectadores) de allí.

A principio los Iraquíes parecen los únicos antagonistas, los “malos”, los secuestradores, y más, pero con el correr del film, nos damos cuenta que no son los únicos: los servicios sociales Estadounidenses, parecen ineficientes, mentirosos, la empresa Estadounidense para la que Paul trabaja, con absoluta frialdad y falta de escrúpulos se libra de él vía celular, pero lo más llamativo son los militares que con urgencia deben rescatarlo y para hacerlo parecen temer demasiados inconvenientes, siendo entonces como mínimo ineficaces ante la emergencia de Paul; en resumidas cuentas a primera vista es de él de quien desconfían todos, ya sea por un motivo o por otro, lo van inculpando por diversa índole de manera prejuiciosa.

Cortés plantea un film con suspenso cautivante, donde parece no haber salida, surgen de inmediato y simultáneamente dos cosas antagónicas: la necesidad de escapar y su imposibilidad, en esa encrucijada se encuentra Paul, y nos encontramos todos nosotros,

Este film nos obliga a pensar cuán prisioneros somos de la sociedad y de la situación actual, del sistema capitalista siempre perverso, el film más allá de ponerse de un lado o de otro seguro cumple con un múltiple efecto: primero durante la expectación del film, el asombro, la ansiedad, el agobio del encierro y sin dudas el suspenso, luego una profunda reflexión de los múltiples aspectos que esta plantea. Pasando por el terrorismo internacional, hasta llegar a tocar a la corporación más grande del mundo actual, los Estados Unidos, sus políticas militares y de estado llegando hasta su regulación/legislación laboral, Rodrigo Cortés no se privó de nada y lo celebramos, por que nos brinda una película de la que seguro no podremos salir indiferentes y ese es su gran acierto.

MC

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